Estás ahí... puedo sentirte, escucharte, y casi tocarte....
Golpeas con firmeza, sin piedad, a la par que fluyes entre los recovecos que inventaste caprichosamente con el paso del tiempo...
Cierro los ojos e imagino tu suave rumor rozando los granos húmedos teñidos de tu asiduo vaivén. Pienso en lo mucho que me gusta someterme a tu melodía ensoñadora...
No puedo pues evitar añorarte.... mi tan apacible y querido mar celeste.
Y mientras tanto fantaseo con mi cóctel de espejismos, esperando nuestro tan ansiado y rememorado reencuentro.