lunes, 7 de junio de 2010

Primer espejismo


Al igual que muchas otras noches, me despertaba sobresaltada por una extraña pesadilla, pero tú estabas ahí, presente en tu lado de la cama. Como siempre, me apretabas fuerte la mano, para que sintiera que todo estaba bien, que nada malo estaba ocurriendo fuera de mi mente. Al instante volvía a conciliar el sueño. Por la mañana, me despertaba el suave rumor de las sábanas rozando tu piel, mientras te retorcías pesadamente para apagar el máldito despertador, empeñado en devolvernos a la inevitable e irrefrenable existencia. Te dabas la vuelta y me mirabas, expresándome los buenos días con tu mejor sonrisa. Yo te devolvía el gesto, mientras se me ocurrían mil artimañas para entretenerte y alargar así esos minutos de gloria antes de obedecer al deber rutinario. No encuentro unos minutos mejor aprovechados que aquellos que te ofrece un despertador adelantado. 
Me acaricias el pelo y besas mi frente, con esa espontaneidad que te caracteriza. Me dejo llevar, diciéndome a mí misma que no existe un despertar más placentero que aquel...
Me despierto y la desilusión nubla mi primer pensamiento: todo era un sueño. 
Tú no estás, no eres él y yo no soy ella. 

Esa realidad tan anhelada no era más que un espejismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario